Y ahí están, como siempre pero ahora más. Se abrigan con algunos gritos, usan muchas palabras, coleccionan egos o vergüenzas. Y ahí están, como siempre lo estuvieron. Caminando por el centro, con su paso arrastrando otras ideas que no se cosen al ritmo de sus pies. Los locos que hablan solos, tiene canciones y fábulas que hablan de ellos. Pero me parecen más entrañables aquellos que alguna vez me dieron miedo y que otras veces me convidaron una sonrisa. Los locos que hablan solos llevan sus palabras y discusiones mostrando a todos que el silencio no nos gusta, escondiendo la vergüenza en un bolsillo conversando con el descaro de la soledad.
Pero hace un tiempo se transformaron, cambiaron sus grises de intemperie por los grises de las paredes, se acompañan de la misma distancia pero penden de un hilo que los retiene. Los locos que hablan solos hoy, inundan el centro con maletines o mochilas, pelean en los autos con la mirada sobre el retrovisor. Los locos que hablan solos ahora discuten, lloran y aman por un cable. Los locos que hablan solos hacen participes a todo el colectivo de sus impudicias. A los locos que hablábamos solos no nos gustan los locos que hablan solos.
Odio el “ manos libres” de los celulares.