jueves, 16 de abril de 2009

YO, TU, VOS, ELLA, ELLAS, NOSOTRAS, TODAS

Con los pies hundidos reflexiona sobre las gotas que no se ven entre la masa que unifica y esconde individualidades. Masa que, contraria a la humana, rodea el cuerpo con un borde suave.

Leyó por ahí que si una mentira es la salida es porque entonces el engaño es la puerta de emergencia, o quizás no era así pero eso entendió, igual no es la puerta grande aunque muchos salgan por ahí y esconde la adrenalínica intriga de conocerla.

Y ya no sabe. Desde el placard una mochila acusa que siempre está a tiempo de escapar una vez más. Que no sabe elegir pero compulsivamente intenta una y otra vez hasta que se anime a lo que falta.

Lo dejó de llamar porque no le daba lo que quería y ahora el orgullo no le permite acudir a él, porque aunque le quedará lejos el licenciado era un cómodo diván para desparramar culpas como torrente lodoso que arrasa cuanto cauce lo contenga. Un poco traicionera la idea, y le desagrada más. Pero no, el psicoanálisis es otra de sus decepciones y si decidió mantenerlo lejos, entonces mantendrá su decisión.

Entre teléfonos callados y ruidos de familia que quisiera no oír, piensa en el amor en tiempos de la nada. Aturdida por la sociedad binaria no puede decidir entre los polos que forman su dicotomía y cada vez esta mas cerca de caer de rodillas. Y sigue esperando la llamada del idiota, sintiendose más idiota aún por haberse prometido no ser mujer de esa forma y sin embargo lo es como todas. Y de a poco descarga su furia contra los que conservan adolescencia porque a ella se le escapo de las manos. Le gustaría desparramar un ejercito de puteadas dirigidas en violento choque hacia el objeto del deseo, pero la cosa es frágil y lo aprendió después de algunos años.

Y sigue merodeando, montando diálogos, dibujando proyectos.Y entonces piensa en lo que es y lo que le falta. Imagina a otras piernas ocupando espacios que siente propios y que otorgan lo único que ella no va a conceder: constancia.

La indignación salta a borbotones por su voz. Y reza su creencia para encontrar una justificación:

“Autodeterminación, que alientas a los hombres a asumir compromisos mientras así lo deseen. Que brindas libertad para permanecer, amar y abandonar. Autodeterminación, cuando me fallan ya no te creo..”

Otra vez esperando que la serotonina salga para darle un poco de respiro.

En los silencios se completa. Ella, abstracta del exterior, que puede pasar sin rasgar. El silencio le alcanza para todo y en el silencio se entiende porque no necesita romperlo. Silencio no es quietud, los diálogos con uno mismo calan profundo en el enfrentamiento con uno mismo.

2 comentarios:

(Diego Loayza) Oneiros dijo...

Inestabilidad, incomodidad, deseo... sensaciones tan humanas, tan poéticas y destructoras.

Beat06 dijo...

lo que creo es que las cosas hay que decirlas de la mejor manera posible, siendo comprensivo, estando dispuesto a recibir sugerencias y a evaluarlas, el silencio es solo para algunos momentos donde es necesario meditar sobre algunas cuestiones profundas del alma.