En el fondo de mi taza de té encontré el fondo de mi taza de té

Encrucifijo. Anacrónica figura de sufrimiento en el vapor de las muchas posibilidades y la decisión.
Acostumbro a definir, clasificar y almacenar reacciones, circunstancias y gestos propias y ajenas. Tengo memoria selectiva y solo conservo lo positivo. Pero a veces el optimismo presenta carpeta médica por intoxicación. Entonces la empresa de mi equilibrio decide parar la producción y en precipitaciones llegan las intolerancias a las miserias de otras vidas y con especial facilidad a las de estirpe. Demasiado tengo conmigo misma.

Ginebra es una hámster rusa hace andar su rueda de ejercicios panza arriba y tengo además un axolotl con tendencias suicidas que se sale de su pecera, contemos también una familia numerosa de generaciones dispares. Supongo la alteración afecta varios seres bajo mi grupo sanguíneo. El trip hop le da mal gusto a mi té de rosa mosqueta y desde que vi esa publicidad donde nadie se comunica y todo sale mal… sueño con taclear a un mimo.

Es un lunes muy temprano y ya pienso las horas al revés, noche es comienzo y día será ocaso. Una vez más el corrector me dice que jamás voy a escribir bien “al revés” aunque cante siempre en voz de susurro el cieguito volador de Prodan.

Cuestión que tengo un encrucifijo que clasificar y almacenar, pero pensándolo un poco más no sudo ninguna religión así como tampoco soy punto de decisiones de otras decisiones, entonces el peso de las elecciones no es consecuente con mi estado ahumado por el momento. “Revés al panza tu viendo! Yo estoy al derecho, Dado vuelta estás vos!”