
Igualmente me generó la misma sensación que con Capote, donde el rasgo de la homosexualidad se explota hasta el cansancio absorviendo casi todo a su alrededor.
No me gusto, pero la vi hasta el final. No pude ser tan tajante. La marquesina y el menu se llevan los méritos en este caso, según mis parámetros. Adorable cajita, diluvio de pochoclo ácido.
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